Los niños están demasiado solos

30/11/2018
Niños

El enriquecimiento económico sostenido desde hace más de una década y ciertas prácticas asociadas a los estados del bienestar han dado como resultado que la atención a las personas más débiles de la sociedad, niños y ancianos, se deje en manos de instituciones o de organizaciones especializadas y que el tiempo que los mayores dedican a los más pequeños sea cada vez más escaso y, lo que es más grave, de peor calidad.

Los niños actuales viven una infancia en soledad. Parece que el tiempo para los abrazos, los besos y la conversación pausada ya no exista. A cambio de ello, solo hay tiempo para el trabajo. La soledad es un problema importante que puede predisponer a los niños pequeños a consecuencias negativas inmediatas y a largo plazo. Los niños que se sienten solos a menudo se sienten excluidos, un sentimiento que puede ser perjudicial para su autoestima. También pueden experimentar sentimientos de tristeza, malestar y aburrimiento.

Nuestros pequeños solitarios son los hijos de una generación acomodada, próspera, hedonista y complaciente, una forma de ser, que choca frontalmente con lo que exige ‘estar’, de verdad, con los niños: esfuerzo en la corrección afable y constante, firmeza inquebrantable en las negativas necesarias, persistencia en las actitudes positivas, paciencia con sus deseos, atención permanente y cuidado cercano.

Los niños nos exigen mirar con detenimiento; cuando nosotros vivimos en un caos de mensajes, la infancia nos demanda escuchar con detalle; donde los mayores consumimos la vida a una velocidad terminal, los pequeños nos exigen calma, serenidad y paciencia, en un mundo que tiene demasiada prisa. De este modo, el choque entre la forma en que los adultos entendemos nuestro quehacer diario y las necesidades de los niños es demasiado fuerte y las consecuencias las pagan los más pequeños.

Sean cuales sean las condiciones, vale la pena pensar en la manera de dedicarle más tiempo a nuestros hijos. Están en una etapa de la vida en la que todas las experiencias marcan.

 Si bien es importante estar físicamente con nuestros hijos cuando ellos están jugando, realizando sus tareas escolares o disfrutando con los dibujos animados, también lo es interactuar con ellos, compartir sus juegos, ayudarles en sus deberes, escucharles e interrogarles sobre todas aquellas cuestiones que pensemos han de ser compartidas entre padres e hijos.

Es necesario crear espacios para dialogar donde se sientan escuchados, comprendidos y aceptados. Necesitan tiempo, a secas. Atención, pero también presencia, alguien que les haga caso, una figura que esté ahí cuando lo necesiten.

Cuando estés con tu hijo, es aconsejable que estés sólo con él. No vale estar con los niños y al mismo tiempo estar hablando por teléfono o distrayéndote con otra cosa. A no ser que participe en lo que estás haciendo. Si tienes más de un hijo, procura pasar tiempo a solas con cada uno. Cada niño es un mundo y seguramente tendrá gustos y preferencias diferentes.

Recuerda que la atención que des a tus hijos se convertirá en amor, en confianza y seguridad en ellos mismos. Los niños necesitan saber que son queridos y comprendidos, y sobretodo que son bienvenidos en la vida de sus padres.

Nunca tantos niños habían pasado, desde tan pequeños, tantas horas separados de sus padres. Los niños ahora tienen más juguetes y más ropa que antes. Pero no es eso lo que necesitan. Necesitan la presencia y la atención de sus padres, y es justo eso lo que menos obtienen.

Equipo ATIA, psicología y psiquiatría Barcelona