Recuperar la voz en medio del cáncer

19/11/2025
Atención Psicológica

Nombrado como algo “malo”, asociado al sufrimiento y equiparado con la muerte, el cáncer irrumpe en la vida cotidiana de quien lo padece, amenazando su salud y su continuidad vital. Pero no solo impacta en el plano biomédico: también sacude la esfera personal, familiar y social. Esta enfermedad es, en sí misma, un “gran tema”: genera inquietud colectiva, exige una inversión creciente en investigación y convoca a una atención sanitaria necesariamente interdisciplinaria. De un modo u otro, tarde o temprano, todos quedamos subjetivamente implicados por su presencia.

La enorme prevalencia del cáncer ha impulsado un desarrollo tecno–científico extraordinario, proporcionando herramientas a un modelo hospitalario centrado, todavía hoy, en la cura y la paliación. Sin embargo, este modelo continúa teniendo dificultades para integrar un acompañamiento emocional que permita a las personas transitar del grito y el desgarro hacia un lenguaje articulado capaz de generar reflexión, sentido y esperanza. Aún predomina la lucha contra el dolor físico, en detrimento de la escucha del dolor psíquico.

Sabemos, sin embargo, que la atención a este dolor interno —al miedo a la muerte, a la vivencia de vulnerabilidad, a la culpa o a la experiencia de pérdida— constituye uno de los principales factores de protección y mejora de la calidad de vida. Las significaciones personales y colectivas con las que cada sujeto relata su enfermedad tienen un papel decisivo: pueden profundizar el sufrimiento o, por el contrario, aliviarlo y abrir posibilidades de elaboración.

De ahí la importancia de acompañar a la persona para que recupere o descubra una voz propia con la que sentir, pensar y dotar de sentido su experiencia. Poder transitar de la angustia al duelo, sostenido por una escucha psicoterapéutica, se convierte en una experiencia transformadora que puede ofrecer un alivio real.

El trabajo clínico, entonces, se orienta a brindar el tiempo y el espacio necesarios para tareas fundamentales: acompañar el impacto de la noticia; desmontar los pensamientos que generan sufrimiento; distinguir el dolor físico del psíquico; abordar los duelos y los límites en relación con el trabajo y la familia; favorecer actitudes de autocuidado más responsables, entre otras.

A través de este proceso personal, es posible conferir nuevos sentidos a la enfermedad, adoptar nuevas posiciones frente a ella y abrir caminos antes impensados. Se trata, en última instancia, de reforzar lo vital para no quedar atrapado por lo tanático, transformando una experiencia devastadora en una oportunidad —siempre singular— de elaboración y de vida.

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