Depresión en personas mayores

27/11/2022
psiquiatria

La depresión es, junto con la demencia, la enfermedad mental más frecuente en los ancianos. Es la responsable no sólo de un importante sufrimiento para el paciente y su entorno, sino también de un incremento en la prevalencia y mala evolución de otras complicaciones.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la vejez es el período de la vida en el cual el menoscabo de las funciones mentales y físicas se hace cada vez más manifiesto en comparación con períodos anteriores.

El envejecimiento conlleva una serie de modificaciones que afectan a los distintos sistemas corporales; en lo que respecta al sistema nervioso, se produce una pérdida de conectividad nerviosa y una disminución de la capacidad regeneradora del tejido nervioso.

Las situaciones psicosocial y biológica son los principales determinantes que marcan las características de los ancianos. La primera viene marcada por la disminución del soporte sociofamiliar, la pérdida del estatus tanto social como económico y un mayor aislamiento. La situación biológica presenta como principales condicionantes las enfermedades físicas y los fenómenos neurodegenerativos, que pueden conducir a la aparición de cuadros depresivos.

Respecto a las causas de la depresión en el colectivo geriátrico, conviene señalar, de entrada, que los factores etiopatogénicos son los mismos (neuroquímicos, genéticos y psicosociales) que condicionan los trastornos anímicos en otros grupos de edad, aunque en este grupo poblacional los factores precipitantes de carácter psicosocial y somático tienen mayor relevancia en comparación con otros grupos poblacionales.

Al evaluar los desencadenantes de un trastorno anímico en el anciano, destacan el duelo, seguido por la jubilación con la consiguiente pérdida de estatus social y económico, el rechazo de la familia, la precariedad económica, el impacto psicológico de los trastornos somáticos invalidantes y las enfermedades que tienen otros miembros de la familia.

El diagnóstico de la depresión senil sigue siendo fundamentalmente clínico. Un importante factor que interfiere negativamente a la hora de establecer este diagnóstico es la creencia muy extendida, no sólo en la comunidad, sino también entre el colectivo sanitario, de que la depresión es la consecuencia lógica del envejecimiento, creencia que en absoluto es respaldada por datos clínicos y epidemiológicos.

Conviene destacar el alto riesgo de suicidio detectado en los ancianos con depresión, estimado en cuatro veces mayor que en individuos deprimidos de menor edad.

Al plantear el tratamiento farmacológico de la depresión en la vejez, conviene tener presentes las siguientes algunas recomendaciones específicas:

  • Utilizar antidepresivos sin efectos anticolinérgicos ni sedantes.
  • Procurar no usar benzodiacepinas ya que estos fármacos agravan los síntomas cognitivos, producen sedación y pueden inducir cuadros confusionales.
  • Iniciar el tratamiento con la mitad de dosis que en adultos.
  • No olvidar la cardiotoxicidad de algunos antidepresivos.
  • Evaluar posibles interacciones con otros fármacos.
  • Tratar el mínimo tiempo posible, pero conforme a los criterios de duración de tratamiento.

 

Pau Camell, psiquiatra

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