Cuando la hora de la comida se convierte en una pesadilla

20/02/2018
Niños, Alimentación

 

La alimentación supone uno de los primeros contactos entre la madre o padre y el bebé. Por alimentación se entiende no sólo la nutrición, los alimentos que se ingieren, sino también, los intercambios afectivos y emocionales que se dan durante el proceso.

Las preocupaciones alimentarias surgen con más frecuencia en la etapa en las que el niño  inicia el proceso de separación o diferenciación y abarca, aproximadamente, desde los 12 meses hasta los 2 años de edad. Estas dificultades suelen ser: ingerir sólo una determinada clase de alimentos, no parar quieto durante la comida, comer solamente en determinadas condiciones, hacer bola con el alimento, tardar excesivamente, negarse a comer y/o vomitar.

Muchos de los síntomas que presentan los niños, rebeldía, oposición o agresividad, están directa o indirectamente relacionados con problemas en la interacción. Hay una serie de conductas y actitudes, en los padres y los infantes que pueden provocar que la alimentación no sea adecuada o satisfactoria.

Algunos ejemplos de situaciones disruptivas:

-Las madres o padres que esperan que sus hijos coman todo lo que les prepara,  el niño ha de responder a esas expectativas y si no es así,  consideran que es un acto rebeldía y de rechazo. La hora de la comida se convierte en una lucha de poder entre ambos.

-Los padres que no respetan los cambios fisiológicos que sufren los niños y les obligan a comer la ración que los tranquiliza a ellos. A lo largo del crecimiento las variables biológicas como el apetito, siguen ritmos irregulares, así que es normal que no siempre coman las mismas cantidades.

-Cuándo un niño en edad de aprender a comer se ensucia, juega con la comida, y la madre lo interpreta como una señal de que no está preparado, encargándose ella misma de alimentarle. Entonces el niño creerá que el esfuerzo por aprender no es necesario y perderá el interés por adquirir dicha autonomía. Perderá también la autoconfianza.

-Cuando el niño come mediante el chantaje, la suplica o la amenaza. El niño se convierte en un tirano de su entorno y aprende a manipular a los adultos, aceptando la comida cuando quiere gratificarlos y rechazándola cuando desea perturbarlos.

-Cuando las madres o padres interpretan únicamente las señales de malestar del bebé, desde el registro de la necesidad alimentaria y obligan a comer a su hijo para que se calme.

Las rabietas y desafíos son la expresión que usan los niños para poner a prueba la aptitud de de los padres de poner límites. Para la resolución de estos conflictos, es imprescindible que los progenitores desarrollen una capacidad empática respecto a su hijo. De esta manera podrán atender y entender las necesidades alimentarias en el momento oportuno, sin romper las relaciones. Y conseguir que el momento de la comida se convierta en un espacio de interacción positiva, de amor y de confianza.

 

 

Equipo ATIA, psicología y psiquiatría Barcelona