Burnout Parental

19/04/2018
Niños

 

Criar a los hijos puede llevar a una sobrecarga física y emocional. Esta sensación tiene nombre, se llama síndrome de burnout o padres quemados. Este término se aplica normalmente al trabajador quemado, pero cada vez más se utiliza para referirse al estrés de padres y madres. Se trata de un proceso paulatino por el cual las personas pierden interés, sentido de responsabilidad y pueden llegar a desarrollar profundas depresiones.

Hace sólo unas décadas las principales preocupaciones de los progenitores eran alimentar a sus hijos, preocuparse de que tuviesen estudios y ofrecerles un hogar seguro en el que criarse. Ahora los códigos sociales han cambiado. Muchos padres parecen haber entrado en una espiral de competencia con el resto, para que sus hijos sean los mejores. Los padres no quieren fallar en su tarea de educadores y esta exigencia puede generar mucha angustia. Centrarse en el hijo casi como en un estilo de vida, puede generar agotamiento emocional.

En ocasiones todas las tareas relacionadas con los niños, la casa y el trabajo no dejan ni un minuto libre al día. Hoy en día el entorno laboral exige mucho esfuerzo y apenas queda energía cuando se llega a casa. Además, las actitudes de los niños pueden llegar a agobiar y llevar a situaciones límite. Los niños lloran, se enfadan y tienen rabiestas sin motivo. 

A veces no podemos con todo y tenemos que reconocerlo y buscar ayuda. Priorizar nos puede ayudar a darnos cuenta de lo que es importante y lo que no. Los hijos también pueden ser una fuente de bienestar y de energía, nos conectan con el mundo, con la vida y con el futuro.

Los síntomas que pueden alertarnos de la presencia del síndrome de burnout o sobrecarga de los padres, son los siguientes: aislamiento social del entorno, dificultad para la concentración, dormir mal, perder interés, sentir estrés, ansiedad, cambio en el apetito o tener un sentimiento de impotencia.

¿Qué podemos hacer para solucionarlo?

  • Delegar es la palabra clave. Pedir ayuda a familiares y amigos no es un signo de debilidad y puede facilitar las tareas diarias.
  • Procura llevar un estilo de vida saludable que ayude a combatir y prevenir el estrés.
  • Mantener una cierta vida social, el asilamiento no es nada positivo. Ser madre o padre no significa dejar de ser persona. Salir con amigos a tomar algo supone una recarga de pilas increíble.
  • Reserva un tiempo para ti. Busca alguna actividad relajante e introdúcela en tu día a día. Meditación, yoga, leer un libro o mantener una conversación con adultos.

Hay que pedir ayuda cuando se detecta ago­tamiento en la crianza de los hijos, distan­ciamiento con los niños o pérdida de ­interés en el papel de ­progenitor. Hay que ser realistas, saber hasta dónde podemos llegar y cuáles son nuestros límites. Los niños y niñas no necesitan progenitores perfectos, sino madres y padres que les transmitan bienestar. Estar con los hijos es también sinónimo de felicidad, si podemos estar, jugar y compartir con ellos experiencias.

 

Equipo ATIA, psicología y psiquiatría Barcelona