Aprendiendo a superar la envidia

16/01/2019
Bienestar Emocional

Cuando le suben el sueldo a un compañero de trabajo y ti no te dicen nada de tu propuesta de aumento salarial, cuando los hijos de tus amigos se portan mucho mejor que los tuyos, cuando tu vecina/o viste siempre elegante o cuando tu primo/a tiene una pareja muy atractiva ¡Quién no ha sentido envidia alguna vez!

La envidia surge cuando nos comparamos con otra persona y concluimos que tiene algo que nosotros anhelamos. Es un fenómeno psicológico muy común que hace sufrir a muchas personas.

El envidioso es un insatisfecho que, a menudo, no sabe que lo es. Esto le hace sentir rencor contra las personas que poseen algo (belleza, dinero, éxito, poder, libertad, amor, personalidad, experiencia, felicidad...) que él también desea, pero no puede conseguir.

La envidia se lleva por dentro, en la intimidad subjetiva, pues su manifestación podría parecer y sentirse como una declaración de inferioridad. Puede formar parte de muchos trastornos psicológicos (complejos, ansiedades, depresiones, violencias...), así como de numerosos conflictos amorosos y familiares.

Evitar el sentimiento de envidia es muy difícil, si no imposible, pues las emociones se nos imponen, incluso contra nuestra voluntad, y su control no está en nuestras manos. Otra cosa es nuestra reacción, es decir, el modo de comportamos cuando sentimos envidia, y eso sí que es controlable.

Una adecuada información y educación desde la infancia sobre la envidia y sus negativas y dolorosas consecuencias debería ser una buena manera de empezar a combatirla.

Las inercias y energías competitivas siempre están mejor empleadas cuando las utilizamos para rivalizar con nosotros mismos y superarnos que cuando las dedicamos a tratar de denigrar a quienes envidiamos.

Podríamos dejar de fijarnos en el éxito ajeno para comenzar a admirar y aprender de las cualidades y las fortalezas que han permitido a otros alcanzar sus sueños. Si bien lo que codiciamos nos destruye, lo que admiramos nos construye.

La envidia sólo se cura resolviendo las propias carencias y madurando la personalidad. La persona emocionalmente madura es menos envidiosa. 

 

Equipo ATIA, psicología y psiquiatría Barcelona