Adolescentes y límites parentales

15/12/2022
Adolescencia

A menudo los padres imaginan que la labor de crianza va disminuyendo a medida que los hijos se van haciendo mayores. Quieren que sean cada vez más independientes conforme van creciendo, y les llena de alegría comprobar que son capaces de ser ordenados, organizados, previsores, educados, seguros de sí mismos… en definitva, cuando conocen bien sus responsabilidades, normas y son consecuentes.

Pero en la adolescencia, a menudo ven que a pesar de conocer las normas y consecuencias, son transgresores, corren riesgos innecesarios para ponerse a prueba y afirmarse. No lo hacen siempre, lo hacen sobre todo en casa o cuando están con sus amigos. Y es que a través de estas conductas buscan la prueba de su valor. Quieren hacerlo a su manera, distinguirse de los adultos y hacerse reconocer por sus amigos.

Ante esto, será importante que los padres se posicionen como una figura de autoridad, porque los necesitan en ese rol. Sabiendo poner límites, ayudar a reparar, o en su caso, imponer un castigo ajustado a lo que pueden tolerar, ofreciéndoles en todo momento una actitud de escucha activa hacia ellos.

Los límites generan frustración, pero también aclaran las situaciones (nos hacemos conscientes de lo que se puede y de lo que no) y nos permiten sentirnos seguros. Necesitan ser sostenidos sobre todo por los padres y no caer en una dinámica controladora ni en luchas frontales que sólo sirven para medir a quien ostenta más poder generando desconfianza.

Hay que dejar algo claro, que sean más independientes, no quiere decir que sean más obedientes. Alcanzar la autonomía psicológica supone ser capaz de dotarse de normas y formas de conducta propias. La transgresión permite experimentar nuevas situaciones, calcular los riesgos, gestionar las emociones y la angustia derivada, así como permite ser más flexible facilitando así la aceptación de los propios límites y la de los demás.

Sin embargo, si ésta pierde el carácter de excepcionalidad, puede convertirse en una forma de comportamiento estable que compromete la salud del joven. En estos casos, es aconsejable consultar con un profesional que pueda orientar a los padres en la intervención.

Albert Sanz, psicólogo

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