Indicadores para llevar un niño al psicólogo

11/06/2025
Psicoterapia de niños

A lo largo de su desarrollo, el niño se ve inmerso en múltiples cambios que forman parte inherente de su proceso de crecimiento y maduración. En este contexto, cada vez más familias reconocen que cuidar la salud emocional de los niños es tan esencial como velar por su salud física.

Y no es de extrañar: los niños también pueden enfrentarse a situaciones complejas, sentir miedos, inseguridades o momentos de angustia, a menudo sin tener aún las herramientas para comprender o expresar lo que les ocurre. Ante estas dificultades, la psicoterapia infantil se convierte en un recurso para acompañarlos emocionalmente, promoviendo un desarrollo más seguro, saludable y equilibrado.

Los niños, en las primeras etapas del desarrollo, se expresan principalmente a través del juego, el dibujo y la acción. A medida que el lenguaje se consolida, la verbalización gana protagonismo, aunque no sustituye completamente estos canales de expresión más simbólicos y espontáneos.

En este sentido, la psicoterapia infantil se basa principalmente en el juego y el dibujo como medios naturales de comunicación e intervención terapéutica. Estos recursos permiten al niño exteriorizar emociones, experiencias y conflictos internos que todavía no puede expresar con palabras. A través de estas formas de expresión simbólica, el terapeuta puede observar, interpretar e intervenir para facilitar la comprensión y la gestión emocional. El juego, en este contexto, se convierte en una herramienta clave que ofrece al niño un espacio seguro donde manifestar su mundo interno de una forma accesible y significativa.

¿Cuando es recomendable llevar a un niño a trapia?

Existen ciertas señales que pueden indicar la necesidad de apoyo profesional. Algunas de ellas son: dificultades emocionales (como tristeza persistente, miedos intensos o ansiedad), problemas de conducta (agresividad, desobediencia o hiperactividad), conflictos en el ámbito familiar (como tensiones con los padres o procesos de separación), o experiencias traumáticas (como abusos, negligencia o la pérdida de un ser querido).

También pueden ser indicadores las dificultades en las rutinas básicas (como el sueño, la alimentación o el control de esfínteres) y los problemas de adaptación escolar, como dificultades para relacionarse con los compañeros o trastornos del aprendizaje. Todo aquello que dificulte el desarrollo de un niño o niña se puede trabajar y mejorar con el acompañamiento adecuado.

La tarea del psicoterapeuta infantil consiste en ofrecer un espacio seguro y de confianza, libre de juicios, donde el niño se sienta acogido, escuchado y comprendido. La relación terapéutica que se establece se convierte en una herramienta para favorecer la regulación emocional. A través de este vínculo, se puede dotar al niño de recursos que le ayuden a conocerse mejor, comprender y gestionar sus emociones, resolver conflictos, reforzar su autoestima y construir relaciones saludables. Este acompañamiento no solo contribuye a su bienestar actual, sino que también sienta las bases para una vida adulta más plena, consciente y resiliente, con herramientas sólidas para afrontar los retos del futuro.

El trabajo con la familia es un pilar muy importante del proceso terapéutico, ya que permite orientar y acompañar a los progenitores, ayudándoles a comprender mejor el funcionamiento emocional de su hijo o hija y la relación que establecen con él o ella. Esto facilita una mejora en la dinámica familiar y contribuye a fortalecer el vínculo afectivo con el niño.

Es importante recordar que la psicoterapia no es una solución rápida ni inmediata, sino un proceso que necesita tiempo y que se adapta a las necesidades específicas del niño y su familia. Aun así, los beneficios a largo plazo son muy significativos, ya que ayudan al niño a ganar estabilidad emocional y a mejorar su calidad de vida.

Carlota Valls, psicóloga y psicoterapeuta

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